domingo, 29 de diciembre de 2013

Convicción de una Diosa

Siempre preferí la poesía. Hacía siglos que había renunciado a mi corazón. A sentir, a ser feliz. 
Nunca nadie supo que estaba (y estoy) aterrada. ¿Qué podría suceder? Lo que más deseaba era volver a sentir aquella adictiva sensación. Querer, sentir amor.
Vivir.
Me limito a proferir mi angustia en versos. No permitiría jamás que alguien descubriera mi realidad. Pues yo soy malvada, ¿no? Con eso alimento mi dolor, dado que la notable falta de sentimientos sólo lo llena el miedo ajeno.
Y recito estas palabras mientras continúo arrodillada sobre la tierra seca, seca de tanto esperar. Aún busco pedazos perdidos de mi corazón, que quizá los cuervos ya emplearon hace tiempo como alimento, aunque probablemente, lo desecharían por falta de sabor.

viernes, 27 de diciembre de 2013

[ No sé si lo leerás siquiera, pero saludos y recuerdos para Eva y su familia. ]

Prisión en el más allá

En un comienzo, las paredes de la habitación eran completamente blancas como la nieve virgen. Aquella nieve que allí, en Noruega, era tan usual. 
Pero, con toda una vida por delante con unos padres ausentes y carencia de más familiares cercanos, Katherine (más conocida como Katy), decidió versar su vida en aquellas cuatro paredes. Cada día, tras cumplir sus ocho horas de sueño, se disponía a decorar un pequeño pedazo de pared, que representara sus sentimientos en aquellos instantes; un verso por día.
Había noches en las que, tanto se había esforzado con la pintura que se dormía ahí mismo, al pie de la pared, hecha un ovillo y refugiada entre las fortalezas de su mundo. 
La muralla obtuvo su primer eslabón cuando Katy tan solo tenía cuatro años y pinceles como compañía. A pesar de su triste vida, adoraba estar entre únicamente cuatro paredes; sus cuatro mejores amigas. Sólo ellas la comprendían. Podía hablar con ellas durante horas y horas, y sus palabras siempre quedarían plasmadas en la palidez de sus queridas amigas. A decir verdad, Katy nunca había visto nada de su casa excepto aquel dormitorio. Sólo tenía un pequeño camastro en el centro, y cada día, por una gatera (por la cual jamás se le había ocurrido escabullirse y ser libre), una conocida pero misteriosa mano le concedía la comida y bebida esencial para un desarrollo triste pero aceptable. Le gustaba aquel camastro. Podía sentarse en él y observar a sus bellas amigas durante otras tantas horas. Todas ellas en silencio, incluyéndose a sí misma. Katy adoraba el silencio. Probablemente, el único sonido musical que le gustaba era el rumor del pincel cuando rozaba con la lisa y blanca pared. Curiosamente, Katy nunca se preguntó por qué no podía salir de aquella misteriosa habitación. Tampoco sintió la necesidad de hacerlo. Tenía poco, pero bastaba. Grave hubiera sido si al finalizarse algún color no le concediera la conocida pero misteriosa mano un repuesto, pero no era así, por lo que no había de qué preocuparse.
Los años continuaban pasando; la vida seguía su curso, pero por un cauce impredecible. 

Al parecer, la conocida y misteriosa mano se percató de las intenciones por el resto de su vida de Katy, por lo que, por arte de magia, hizo aparecer una pequeña escalerilla en el dormitorio, aunque suficientemente alta como para alcanzar la parte más alta de cada pared. Probablemente, situó el objeto en la sala cuando Katy dormía en un sueño profundo, pero jamás cayó en la cuenta de aquello.
Con tan solo once años ya había camuflado una pared entera. Le había dado una vida prácticamente sobrenatural. Tan sólo tenías que observar la pared para ver un nuevo mundo más allá. Miles sentimientos que había sentido, que deseaba sentir y que ni siquiera sabía que existían habían sido plasmados en la superficie. A pesar de la monótona y constante rutina de Katy, siempre tenía algo que representar. 

Las manos de Katy ya estaban muy arrugadas cuando decoró completamente a sus cuatro mejores amigas. No quedaban rincones donde buscar para plasmar el más mínimo detalle. 
Katherine no soltó el pincel que tenía tantos años como ella cuando fue a tumbarse en el camastro, increíblemente agotada. Nada más su cabeza rozó la almohada, suspiró, Entrelazó los dedos sobre su abdomen, sin dejar de zafarse a su fiel compañero. Sus increíbles ojos se fijaron en el pálido techo. Katy sonrió. 

Había encontrado un lugar en donde pintar en su próxima vida.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Morir queriendo no vivir

Que se consuma mi dolor,
que el viento se lleve mi cordura.
Que mi mundo se torne de un negro color,
cesaré de sentir alguna ternura.

No poder hacer más que ahogarme en versos,
angustiarme porque no acude a mí la Muerte.
No poder deshacerme de tu amor ni de esos diminutos restos,
que me hacen hasta en sueños verte.


martes, 17 de diciembre de 2013

Metáforas ennegrecidas.

Negro como el carbón,
como el abismo de mi corazón.
Negro como lo profundo,
como la tinta de lo rotundo.
Negro como la sangre en abundancia,
como el mal en la persistencia.
Negro es el cuervo,
que en mi alma llevo.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Persecución

¿Acaso creías, que por correr más,
de mí ibas a escapar, pequeño mortal?
Puedo ser un monstruo o tus pesadillas,
y tus dolores sólo serán un golpe colateral. 

Sangre como pintura para mis cartas,
cuervos diabólicos como mensajeros.
Tu buzón llenaré de terror en sartas,
hasta que demoniacos verás hasta los perros.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Ojo por ojo

Presente tengo tu corazón destrozado,
entre mis manos lo mantengo ensangrentado,
de aquellas heridas que pretenden cicatrizar,
y con las uñas permitirles curar no les voy a dejar.

Mientras tú luchas por entrar y tu corazón recuperar,
entre mis garras sufre como jamás lo hará;
con promesas rotas lo alimentaré
y de besos con mentiras al rojo vivo lo cubriré.

La venganza se sirve fría, decían,
excepto cuando la sangre ardiente entre mis dedos se perdía,
huyendo de todo dolor posible,
aunque en este castillo de dolor nadie lo logre.


[ Siento no publicar nada en estos últimos días. Estoy demasiado ocupada, pero prometo que cuando finalicen los exámenes, volveré a la rutina y no cesaré de dar guerra. Sé que lo estáis deseando.  ;) 
Podréis saber de mí diariamente en Twitter: @Diosadela_ 
Más adelante, cuando tenga el tiempo requerido, añadiré un gagdet al blog en el que podáis verme en todas las redes sociales en las que estoy registrada.
Un saludo, Diskordia. ]

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Una noche sin ser yo

Esta noche dejaré de ser Diskordia,
para versarte lo que por ti sentí,
y aunque puede que en un futuro me arrepienta,
estoy segura de que cuando esto leas sepas que es para ti.

Oh, ¿qué más deseas que tatúe en versos,
si ni con palabras soy capaz de plasmar lo que siento?
Aquel día una poesía me pediste,
y hoy una poesía te presento. 


martes, 12 de noviembre de 2013

Vuestro turno, señores


Para entonces era apenas una cría, 
aunque la maldad ya la tenía.
Pero en mí la soledad ardía.



Nadie era capaz (o no querían) de ver
que podía adiestrar quimeras y leones a la vez.
De veras, ¿solo porque siempre me negaba a perder?



Ahora serán ellos los que se arrepentirán,
y su vida en lo más miserable convertiré, 
hasta que piensen que el bueno es Satán.

lunes, 11 de noviembre de 2013

No existen las casualidades cuando ando por los lares

El chasquido de las alas al partirse
resonará de por vida en tu oído,
como si fuera un sonido ahí perdido.

Tu vida en vuelo habrá sido en vano,
ya que no podrás evitar la caída,
ni siquiera entonar una despedida.

Solamente podrás tratar de convencerte
de que ha sido un mero accidente. 
Oh, por los Dioses, qué inocente.

Pequeño alma de esquina doblada,
comprende y desiste ya,
que tu vida por mí ha sido dañada. 

¿Corazón? Oh, vamos.

Nací de un punto en el infinito,
alejada de toda vida en un principio.
Crecí sola, sin amor,
¿para qué iba a darlo yo?

En quien ahora soy mi pasado me convirtió;
de traiciones pasadas vivo,
de sed de venganza me alimento,
ya que todo rastro de vulnerabilidad pereció.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Un par de lecciones para mortales

Seré yo, recuerda

Cuando el terror se expanda, deberás huir:
no será la peste negra,
ni tampoco un saqueo,
sino que acude a tu tierra,
una Diosa que tu paz puede prohibir.

Ingenuidad

Adéntrate, Mortal, por favor;
acude a mi palacio como si en tu hogar estuvieras;
donde la sangre alberga en los rincones,
los gritos me hacen de trovadores.
Ante mí se arrodillan hasta las quimeras,
y ahora lo harás tú con fervor.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Entre humo, poesía

Supersticiones

Ni los gatos negros traen mala suerte,
ni por debajo de las escaleras pasar,
lo único a lo que podrás llamar Infierno,
será entre mis brazos encontrarte.

Fuego, agua & humo
En fuego ardía mi alma,
en agua se derritió mi cuerpo,
y en humo se desvanece todo.

Palacio de Diskordia
A mi palacio serás bienvenido,
un lugar en el mundo perdido.

Si ante mí no te arrodillas,
mil veces desearás albergar en celdas.

Convierte tu sangre en tu marca,
ya que siervo serás de esta diosa maléfica.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Mar de versos.

Versos para...

Versos para vos, mi señor,
versos para vos, milady,
versos para ti, mi amor.

Amor & terror, tan horrible y tan similar
Como el terror es el amor,
que se siente con pavor.
Se alimenta de tu alma,
para evitarte la calma.

Advertencia entre líneas

En este asíndeton,
te ruego mi perdón,
y con él, dame mi corazón.

Tu pasado ensuciaré,
tu presente espantaré,
y tu futuro oscureceré.

Ya sabes lo que tienes que hacer,
o con el polvo, la niebla,
te haré desaparecer.

martes, 5 de noviembre de 2013

Te mira desde arriba. [ Para y gracias a Ernesto. ]

Es una dama blanca como la nieve,
con oscuridad sólo en su negro corazón,
con aquel que te desnuda cuando te ve.

Nada tienes que hacer ante ella,
te domina y saborea como una droga,
te deslumbra con su propia estela.

Como un juego te manejará,
ni por pena te querrá,
el ser más miserable en ti verá.

Es una dama blanca como la nieve,
con oscuridad sólo en su negro corazón,
dueña de ojos castaños tan crueles como ella. 

[ Gracias a @ErnestVeliz he podido escribir esta poesía. ]

Danzando con la Muerte.

[ Os ruego que votéis, por favor. ] 

Una danza que llegará a su fin.

La estancia se hallaba abarrotada de hombres y mujeres vestidos de etiqueta buscando con la mirada el 
asiento que se les había asignado al comprar las entradas.

A pesar de la enorme cantidad de público, apenas había barullo ya que hablaban en susurros.

Cuando todos estuvieron acomodados se silenció la sala. Los focos de luces comenzaron a apagarse, haciendo que el lugar quedara completamente a oscuras. En el aire se apreciaba cierta tensión, y para qué negarlo: también misterio.
Más de cuatro mil pares de ojos estaban fijos en el escenario, que estaba cubierto por un grandioso telón de terciopelo rojo. Este empezó a abrirse lentamente, haciendo que los presentes contuvieran la respiración. 
Parecía que los segundos se prolongaban inmensamente.
Pronto una agradable luz (proveniente de los focos) inundó completamente el escenario. Por cada lado del mismo surgieron, con aire inocente pero digno, dos hermosos cisnes. El de mayor altura, Anastasia, tenía la cabellera azabache recogida, de la misma manera que su compañera rubia. 
Desprendían un aura elegante, con sus escuetos pasitos. Se apoyaban sobre las punteras, del mismo color que el maillot (blanco) el cual se ajustaba a la perfección a la silueta de sus figuras. El tutú se ceñía a sus cinturas, procurándoles delicadeza. Ambas se fueron acercando al centro, mirando a un punto perdido en la lejanía.

Apenas faltaban cinco pasos para alcanzar el centro del escenario cuando la luz se atenuó, ocultando los cuerpos de las bailarinas.
Nadie dijo nada. No se oyó nada.
Con la misma parsimonia con la que se habían apagado las luces, se encendieron para dar lugar a un pintoresco y sangriento cuadro, que extrajo varios aullidos de terror por parte del público. El cisne rubio yacía sobre el impoluto suelo de parquet, con una daga de plata hundida en el pecho. Tenía los ojos abiertos, dirigidos todavía a aquello que nadie supo jamás de qué se trataba. 
Su compañera se sostenía únicamente sobre una pierna, mientras que la otra la extendía en su plenitud hacia detrás. Los brazos los tenía arqueados sobre la cabeza, entrelazando las manos. Tenía el tutú empapado de un líquido rojizo y el tórax salpicado de la misma sustancia. La joven también miraba al infinito, ajena al cadáver que tenía al lado.


La entrevista con el psiquiatra había resultado ser una pérdida de tiempo. Anastasia, vestida con un elegante traje de chaqueta color violeta, se había limitado a, con las manos en el regazo, mirar fijamente al hombre que decía tener un doctorado. Rendido, el señor McCain cogió el teléfono e hizo un par de llamadas. Anastasia no escuchó.

Tras un largo viaje, dos hombres trajeados irrumpieron de una manera un tanto violenta en la estancia. Bruscamente, tomaron a la joven por los brazos, levantándola del sillón y sacándola casi en volandas de la clínica.

La metieron en un coche oscuro, con los cristales tintados. Anastasia no comprendió por qué unos finos barrotes la separaban de aquellos misteriosos hombres, pero no comentó nada al respecto. No había mediado palabra. Realmente, jamás lo hizo. ¿Muda? Quizá. Escondía muchos secretos que muchos creían que jamás podría revelar. 
Tras un largo viaje, el coche se detuvo y los agentes sacaron del vehículo a la chica. Se pararon unos instantes ante un grandioso edificio con la fachada gris. Anastasia ladeó la cabeza. ¿Acaso la llevaban a la cárcel? 
Inocente. Aquello era peor que la cárcel. Un infierno con un cartel en la entrada que rezaba ‘Psiquiátrico central de Rusia’ por título. 
Anastasia no recordó más. Volvió en sí cuando unas rudas pero femeninas manos la sentaron de súbdito en una silla, y acercaron unas tijeras a su cabello.

-          ¡No! – exclamó, alterada. La mujer dio un paso hacia detrás, mientras se le caían las tijeras de las manos. La chica se recogió el cabello con las manos, mientras miraba con gesto asustado a la mujer. A ella le gustaba su pelo. Eso dijo en una ocasión.
Más tarde, con lágrimas en los ojos y también rodando por sus mejillas, largos y espesos mechones negros caían desamparados al suelo. 

Mientras Anastasia alzaba los brazos inconscientemente, le ciñeron una bonita camisa de lino. No comprendió de qué se trataba, de hecho, estuvo tentada a dar una elegante vuelta, creyéndose tratar de una bella princesa con un hermoso vestido. Se sorprendió al percatarse de que no podía mover los brazos, cruzándose estos sobre su pecho. ¿Por qué el vestido le agarraba las manos? 

Anastasia y otra mujer , más ruda que la anterior, atravesaron un pasillo grisáceo, con un final al parecer, inexistente. Lo que sí que se veía claramente era la impresionante cantidad de celdas, de las cuales surgían gemidos lastimeros, y de otras, sonoros golpes y chillidos. Cometió el error de mirar a su derecha, donde pudo ver a una mujer balanceándose en una esquina de la celda. Si no fuera porque tenía el rostro enterrado en las rodillas, Anastasia se habría dado cuenta de que carecía de ojos en las cuencas. Quizá esa fuera la causa de que también llevara un ‘vestido de lino’.
Tras veinte ‘jaulas’, una se abrió gracias a que la carcelera introdujo la llave en la cerradura y la hizo girar. Anastasia se internó voluntariamente, percatándose entonces de que sus pies desnudos rozaban el frío suelo de piedra, sospechosamente húmedo. Imitó a la mujer que anteriormente había visto en una celda lejana, hasta que, horas después, oyó que alguien le chistaba. 
Un hombre alto, fornido y musculoso introducía la llave en la cerradura, como había hecho la carcelera, haciendo que la puerta se abriera, con un chirrido. Anastasia, instintivamente, se levantó y salió, caminando con lentitud pero seguridad, un poco de puntillas, y con pequeños pasos. El mismo hombre que la había liberado, rasgó con un cuchillo su camisa de fuerza, intentando que no la golpeara la oleada de presos que también habían salido de sus celdas. La espalda de la chica quedó al desnudo. Se volvió para mirar al caballero, y se sorprendió cuando se percató, sin saber cómo, que se trataba de una mujer que al tener más músculo que busto, y más cuerpo masculino que femenino, se le confundía de sexo. 
Quiso decir algo, pero los enfermos caminaban en masa, y la arrastraron. Cuando por fin dicha multitud salió del centro tras evadir a los guardias, se dispersaron. Parecía una invasión a la importante ciudad de Moscú. 
Anastasia se movía dando tumbos. Recordó que en una ocasión cayó de bruces sobre un fresco césped, manchando su cuerpo ahora desnudo (ya que la camisa de fuerza había caído al suelo tras ser descosida) con un poco de verdín. 
A pesar de que miraba al frente continuamente, parecía carecer de vista alguna. Aunque aquello se desmintió cuando tanteó la fachada de un edificio gris. Lo que habían parecido kilómetros, apenas habían sido algunas decenas de metros, ya que sólo había dado una vuelta completa al psiquiátrico. Se aferró a una escalera metálica, que la llevaría a la azotea. Comenzó a subir, hasta llegar a la zona superior del edificio.  Ni siquiera miró al cielo sin estrellas de aquella noche. No se detuvo a disfrutar la brisa que aireaba su ahora corta cabellera. No se percató del rugido de los motores de vehículos en la lejanía. Sin más, dejó su cuerpo caer, de manera que simuló la caída de una hoja de árbol en época otoñal. 
El aire no opuso resistencia. Y sin más, el suelo llegó. A pesar de que la vida había huido de su cuerpo antes de que rozara el suelo, pareció que todo finalizó cuando el césped comenzó a mancharse de rojo. Un espeso charco se formó alrededor de la cabellera azabache. Su alma había perecido.

¿Una catarsis? Quizás. Pero ahora podría reunirse con Elizabeth.


Danzando con la Muerte está,
una dama de azabache cabellera;
pero la sangre manchaba la verdad.

La bailarina de esbeltas piernas
amarla demasiado el motivo era, dijo;
hasta que arrebatarle la vida por amarla más de lo que piensas.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Desprendiendo desgracia.

Cañones rugiendo en la lejanía,
almas cantando en su soledad,
y carroñeros buscando para su nuevo día.

Oh, ¿qué es ese aroma que presiento,
ese que huelo y tan familiar es?
Es el de la desgracia que por cada poro desprendo.

sábado, 19 de octubre de 2013

Amor; Más amargo que dulce

En cierta ocasión llegué a saborear,
ese sentimiento que parecía sólo en versos existir,
advirtiendo el amargo y dulce en mi paladar,
con temor ante lo nuevo llegar

Los esquemas de mi vida quebrantó, 
trajo el desorden a mi existencia,
para abrazarme con una nueva presencia,
para crecer de nuevo todo se desmoronó.

Caí inocente entre sus brazos,
ya que ya había saboreado la parte dulce, 
ahora saborearía la amarga
creyéndome víctima de los más sinceros sentimientos.

jueves, 17 de octubre de 2013

Abrázame

Abraza al ser que toda la vida te espera,
al ser que te busca para encontrarte,
y que cuando lo hace, tu alma aligera.
Abraza al que te recoge cuando te caes,
que te susurra la realidad al oído.
Abraza a la Muerte.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Alma profunda, maldad infinita

Aliento gélido como un témpano de hielo,
cuerpo blanco como la nieve virgen.
Ojos como perlas negras.
Garras peligrosas como las de una harpía,
andares esbeltos como los de un ciervo, 
y corazón duro como un diamante,
y oscuro como la profundidad de mi alma.

martes, 15 de octubre de 2013

Para mí

La Muerte camina viva, y la vida espera la Muerte.
La Oscuridad cubre la Luz, y la Luz termina en Oscuridad.
La melodía se interrumpe por chillidos, y los chillidos terminan siendo melodía.

¿Me esperarás vivo? 
¿Respetarás mi oscuridad?
¿Cantarás para mí?

lunes, 14 de octubre de 2013

Lágrimas de fénix

Heridas internas y profundas,
heridas que ningún ojo puede ver,
sólo un corazón dolido, 
que abraza con compasión mi dolor.

Heridas que de ellas no mana sangre,
heridas que no se pueden limpiar,
pues tus mentiras tienen clavadas como astillas,
y no se pueden sacar.

Son heridas que no curan las lágrimas de fénix.

domingo, 13 de octubre de 2013

La canción de los cuervos

Cuando la niebla baja,
cuando el frío la respiración corta,
la canción de los cuervos oirás.

Cuando los callejones carecen de luz,
cuando las guaridas cierren sus puertas,
la canción de los cuervos oirás.

Cuando permanezcas helado de frío,
cuando el alma por tus ojos huya,
la canción de los cuervos tu hora indicará. 

sábado, 5 de octubre de 2013

El terrorífico 'sí, quiero'.

Los enormes portones de madera se abrieron. La luz del sol a espaldas de la novia hicieron que pareciera que la misma tuviera aura propia. Tras suspirar con nerviosismo, dio un paso hacia delante, rompiendo el silencio que inundaba la Iglesia. Ni si quiera se oía la respiración de los presentes. Continuó caminando a paso lento, como si se tratara de un ángel. Sus pies parecían flotar sobre el suelo de mármol. El bajo del vestido de seda blanca arrastraba considerablemente por el suelo, realizando así un suave sonido de deslizamiento. Ninguna infanta cogía el velo a sus espaldas. Ninguna niña echaba pétalos por detrás de ella. Alzó su dulce mirada, sonriente, para ver a su futuro marido. Miraba hacia un punto perdido en los invitados, con el rostro cubierto por su media melena. El camino hasta el altar pareció infinito. Cuando la joven tomó del brazo a su prometido, continuó sin verle el rostro, pero ella sabía que él estaba sonriendo.
Apenas escuchó al cura mientras hablaba y recitaba sus palabras. Sólo la sacó de sus pensamientos una voz ronca, extremadamente profunda y masculina.
Sí, quiero. - la voz resultó aterciopelada, pero incluso misteriosa. La futura esposa sabía cuándo debía responder, por lo que lo hizo automáticamente.
Sí, quiero. - repitió las mismas palabras que había pronunciado su ahora ya marido. Fue entonces cuando ambos se volvieron, para mirarse. A la vez, una sonrisa malévola floreció en el rostro de ambos. 
La Desgracia personificada acarició la mejilla de su esposo, fundiendo sus labios con los de Satán. 
Habían enlazado sus vidas, y ahora tendrían el mundo a sus pies.

viernes, 4 de octubre de 2013

Se llevó con él su tristeza

El  humo impedía la visión a los soldados más allá de su contrincante. El suelo temblaba, y ruidosas explosiones parecía que les intentaban hacer estallar los tímpanos. El sudor, la sangre y las lágrimas cubría sus cuerpos, algunos vivientes; otros inertes. 
Давайте, ребята! - (¡Vamos, muchachos!), gritó Sergei, mientras estiraba el brazo para clavar el fusil en el cuerpo de un soldado americano que había intentado atacarle. Su alarido apenas se oyó, pero resultó audible para los compañeros que le rodeaban, por lo que comenzaron a moverse con más agilidad, animados. A pesar de que estaba agotado, y el cansancio se apoderaba a pasos agigantados de su cuerpo, él no podía detenerse. La constante imagen de su sonriente hijo, un pequeño niño de dos años, con el cabello azabache de su madre y los ojos verdes del padre permanecía en su mente, y era lo que le impedía detenerse, y lo que le obligaba robar salvajemente otras vidas. Pero debía luchar por él; por su hijo, Arkadiy. Cayó otro cadáver. Ya se había acostumbrado a aquella repetitiva escena, y la increíble cantidad de cuerpos sin vida parecía incluso sobrenatural. Una voz se elevó. 
Мы победили! Виктория! - (¡Hemos ganado! ¡Victoria!). Sergei sonrió. Había luchado por su país, había luchado por Rusia. Poco a poco, guerra tras guerra, lograban dominar el mundo. Serían los reyes del Universo. Al principio, no sintió dolor alguno. La sonrisa continuaba congelada en su rostro. Bajó la mirada hacia su pecho, y vio una bala atravesar el mismo. El mundo parecía detenerse. Sus compañeros gritaban a sus espaldas, pero él apenas los oía. No se percató de que una oleada de americanos comenzaban a disparar por detrás, matando a los rusos como si de perros se tratasen. Sergei clavó los ojos verdes que su hijo había heredado en la nada. Pronto una lágrima rodó por su mejilla, mientras caía de rodillas. Nadie le hacía caso: todos corrían en direcciones opuestas, tratando de salvarse. Sus camaradas le habían abandonado. Aún sonreía levemente. Pero no lo hacía por dolor. Lo hacía porque jamás podría volver a ver a su hijo. Jamás podría ver su cielo de nuevo. No podría contemplar cómo crecía. Todo había terminado. Mientras su débil cuerpo caía sobre la tierra se odiaba a sí mismo. Le prometió a su hijo, antes de partir, que volvería con un sincero 'te quiero' de regalo. 
Había fallado a su niño.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Provengo de la soledad

Nací de un punto en el Infinito,
alejada de toda vida en un principio. 
Crecí sola, sin amor, 
¿para qué iba a darlo yo?

Mi pasado me convirtió en quien soy ahora,
la Diosa del mundo más temida. 
Satán es mi pareja,
y la Maldad mi amante.


miércoles, 25 de septiembre de 2013

Traedme la corona

Víctimas del terror,
despellejad vuestras rodillas,
en hacerme percibir vuestro dolor.

Arrastraos hasta mí,
víctimas de mi Mal,
para traerme la corona del ser más vil. 

Vida en soledad

Escucha el silencio; 
será tu único compañero.
Crea música con las cadenas 
que unen los grilletes. 
Utiliza como espejo,
tus propios charcos de sangre. 


martes, 24 de septiembre de 2013

Las ansias de hacerte sufrir

La ira que me recorre es insuperable;
tenerte tan cerca pero a la vez tan lejos
como si mi estómago fuera desgarrado por un sable. 

Tu dolor necesito para mi vida alargar,
tus gritos de terror mis oídos acompasarán,
y tus espasmos la felicidad me traerán.

Seré tu peor infierno hasta que estés junto a mí,
seré tu tenebrosa sombra,
aquella que te persiga hasta el fin.

La novia de la Maldad

Creadora del Mal soy,
cosecho el terror tras mi humilde morada,
para distribuirlo entre mis inferiores hoy.

El amor yo destruiré,
de la amistad me encargaré;
las familias destrozaré. 

A mi paso os arrodillaréis,
y la Magia Negra me recogerá el velo 
para que como la novia de la Maldad me veáis. 

sábado, 21 de septiembre de 2013

No habrá más felicidad

Destruiré el mundo a mi antojo,
ahora que a mis pies lo tengo.

Devoraré gustosa la felicidad,
así desaparecerá de la faz.

Cada vez que se miren al espejo,
verán su feliz pasado arruinado.

Así calmaré mi conciencia,
y regocijaré a mi alma. 


viernes, 20 de septiembre de 2013

Oscuros corazones.

Grandiosa oscuridad,
que de las noches es dueña.
Grandiosa ella,
capaz de cubrir cualquier verdad.

Sangre negra de algunos corazones.
Protagonista de todos los miedos;
va de la mano con la soledad,
y no tiene piedad con los que suplican perdones.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Entre versos muerta me hallarás

Rodeado de libros,
yacía mi cuerpo,
carente de vida;
entre cuentos perdidos.

Mi amor escrito en versos hallarás,
mi piel fue el papel,
y mi sangre, la tinta.
Mi cadáver leerás.

Plegarias al demonio

Bailemos alrededor del fuego,
invoquemos al demonio.
Recuerda que esto no es un juego.

Que nuestras plegarias escuche,
mientras las llamas lamen nuestros pies,
¡oh, Satán, esta noche escúchame!

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Me tienes miedo

Escucha la melodía,
aprecia sus notas,
agudas y desafinadas,
mi cántico de cada día.

De tu terror me alimento;
cuando mi presencia te asusta lo presiento. 
Te haces un ovillo;
me tienes miedo.

Arrepentimiento

El silencio y la tranquilidad albergaban en la casa, como de costumbre. Los rayos del sol se filtraron por la ventana inundando el pasillo. Sobre el suelo de madera algo polvoriento, con vasos de plástico, botellas y latas alrededor, se hallaba un cuerpo femenino. Seguramente, habría movido la mano en sueños y había terminado posándola sobre un pequeño charco de cerveza que se había derramado de una botella cercana.
Tenía una mejilla apoyada en el suelo y los labios levemente entreabiertos. El sol continuó extendiéndose por la casa hasta ebriagarla completamente de luz 
Pasaron varias horas hasta que Miranda se dignó a abrir con lentitud los ojos, entrecerrándolos en un principio. A la vez que se iba incorporando, iba mirando, con completa naturalidad, el desastre que la rodeaba. Sonrió con pereza al pensar lo que sus padres dirían si viesen en qué se había convertido la casa que, en algún momento de sus difuntas vidas, fue suya. 
A pesar de que era mortalmente incómoda, no se percató de que llevaba, cubriéndola la mitad del rostro, una máscara que la otorgaba un toque ciertamente angelical. Tapándole la cabeza, y aplastándole el largo cabello castaño, tenía un gorro de lana, verde. Pero no le dio importancia a su extraña combinación, fruto de las embriaguez de la noche anterior . Esbozó otra leve y cansada sonrisa al recordar vagamente la fiesta que había finalizado sólo hace unas horas. Pisó algo con los pies descalzos, pero no le dio importancia. Se dirigió hacia las escaleras, y en el primer escalón, se encontró con una blusa que no era suya. Con un suspiro, se agachó, y la cogió. Iba a ser un día largo. 
Fue recogiendo objetos ajenos según iba bajando por las escaleras, las cuales no terminó por descender completamente. Aún quedaban cinco escalones por recorrer cuando atisbó un marco fotográfico debajo de un sostén, que, por cierto, tampoco era suyo.
Apartó con ansia la prenda, moviendo el pie para ello. Se quedó bloqueada por unos instantes, cuando sus pensamientos se confirmaron. Volvió a suspirar, agachándose de nuevo. Se sentó en el escalón, y alargó el brazo para coger la foto. Cerró los ojos antes de volver a abrirlos para atreverse a mirarla. En ella se apreciaba a dos jóvenes de apenas mayoría de edad fundidas en un abrazo en aquellas mismas escaleras. Ninguna lágrima emanó de los ojos de Miranda, pero sí dejó que su mirada perdida vagara más allá de la imagen. Probablemente, su mente estaría volando entre recientes recuerdos. Sin apartar los ojos de esta, la dejó a su lado. Cogió otra botella cercana, de nuevo, de cerveza. Sin importarle el estruendo, la estampó contra el escalón, haciéndola añicos. Terminó por escoger el más grande. Y, finalmente, hizo lo que tenía que hacer. 
Al parecer, las fiestas no habían logrado hacerla olvidar la imagen del cuerpo inerte de la rubia al pie de las escaleras, con un charco escarlata bajo su cabeza. Se olvidó completamente de la fiesta. Y aquel odio que había sentido anteriormente; aquel odio hacia ella misma, volvió a emerger, inundándola por completo. 
Volvió a coger la fotografía, con sus últimas fuerzas, con las mismas manos que habían matado a su hermana, para permitir que la Muerte acudiese a ella en las mismas escaleras en las que habían ocurrido los sucesos más importantes de su vida.

martes, 17 de septiembre de 2013

La más bella máscara

Oh, amor,
ese dolor que mata,
esa sensación que de vida llena,
ese deseo de tenerte cerca.

Oh, amor,
que espanta a la soledad,
que lo más bello y escalofriante
podría pasar.

Oh, dolor,
deja de engañarnos a todos,
quítate esa máscara,
a la que haces llamar amor.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Arrástrate entre cristales por mí



Esta es una callejuela perdida de San Sebastián,
que únicamente los vagabundos saben encontrar.
Una calle que ni se han molestado en farolas poner,
una calle en la que todo puede suceder.

Desde los más espeluznante actos,
hasta una declaración de dos ancianos,
pasando por la fortificación de una amistad,
y terminando en el más bello coito de dos personas que enamoradas están. 

El suelo está creado de cristales rotos,
que en ti se clavan cuando caminas por esa callejuela,
a ciegas y con los pies sangrantes,
pensando que al final de esta pesadilla estaré.

Me ocuparé y preocuparé,
de que lo máximo puedas sufrir, 
y que al final arrastrarte tengas, 
para permitirte mis pies besar.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Mortales & ángeles

Christian estrujó entre sus manos la carta que había recibido aquella misma tarde, en donde indicaba una importante cita a la que, supuestamente, debía acudir. Con dedos temblorosos, empujó un poco la pequeña puerta de madera, que era el único obstáculo que se interponía entre él y el jardín. A un lado del mismo, en el cual no se había fijado anteriormente, había muchísimas flores. Muchas más de las que nunca nadie se podría haber imaginado. ¡Eran fabulosas! Parecían bellas damas ataviadas con sus mejores galas. Todas las flores se hallaban marchitas. Christian apartó la mirada, horrorizado. ¿Cómo podía ser tan bonito y tan triste a la vez? Decidió pasar de largo, pero no cesó de apretar la carta con la mano izquierda. Según se acercaba más, aquella gran mansión (que en su momento fue hermosa) parecía alzarse más. Llamó de forma vacilante a la puerta. Unos instantes después ya estaba abriéndose. Creyó que se había abierto sola, pero pronto asomó el rostro más bello que jamás había visto. Aquella joven, seguramente de su misma edad, parecía un ángel: facciones perfectas, rostro puntiagudo, y el orgullo en su expresión la hacía más atractiva. La nariz la tenía pequeña y respingona, y los ojos oscuros, algo almendrados. Su cabello, color caramelo, caía sobre sus hombros. Su cuerpo estaba cubierto por un camisón que parecía de lino.  Christian apenas se percató en su extraño atuendo. Abrumado por la belleza de la niña, quiso alargar la mano para acariciar la mejilla de ella. Pero cuando ya creía estar a punto de sentir la piel de Pändora bajo su mano, ella parecía alejarse. Confundido, dio un paso hacia delante. Así logró la niña que Christian fuera adentrándose en la casa.  Se hallaban en el rellano de la gran mansión. Una lámpara de araña polvorienta había sobre ellos. Las paredes estaban cubiertas de estanterías llenas de libros, pero Christian sólo tenía ojos para aquella belleza viviente.
¿Viviente?
De pronto, Pändora desapareció. Fue a girarse para buscarla, pero ella lo encontró antes. Había depositado sus manos sobre los hombros de él. 
- Christian... - susurró ella. - Llevo años queriendo tenerte a mi lado. Llevo años esperándote. - En un abrir y cerrar de ojos, rodeó el cuello del niño con sus manos.
- Ven conmigo... - el niño asintió aún sin saber a qué se refería. Ella apretó los dedos, de manera que comenzó a oprimir el cuello de Christian. Comenzó a quedarse sin aire, pero aquel cálido tacto que rodeaba su cuello, le hacían sentir seguro. 
Y así fue como el egoísta ángel enemoniado llevó consigo a su amado.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Publicación de mi libro en Amazon.


Me agrada daros la noticia de que por fin he publicado mi primer recopilatorio de poesías en Amazon. Aunque hay algunos escritos que ya habéis leído aquí, también hay algunas poesías nuevas. Espero que os guste. 

viernes, 6 de septiembre de 2013

Mi arma más letal.

Tus ojos claros
me tenían perdida,
me abstraía del mundo,
¡te amaba un poco más cada día!

Mas, todo el sentido de aquel 'para siempre'
se perdió por una mentira.
Tú mismo cavaste tu tumba;
No dudes que la venganza saborear podré. 

En una mano mi corazón hecho pedazos llevaba,
en la otra, del mundo entero el arma más letal.
Hacerte sufrir me permití,
con el odio que llevaba un golpe mortal te di.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Conmigo te amará la poesía.

Por mis venas corre tinta, 
no oses cortarlas,
o conmigo morirá la poesía. 

Mi corazón late con palabras,
no oses detenerlo,
o conmigo morirá la poesía.

Mi alma absorbe versos,
no oses amarla,
o conmigo te amará la poesía.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Alea iacta est.

Rey de su propio Infierno,
tres cabezas tiene su perro,
y a su mujer posee en invierno.

Se trata de un ser malvado,
vilmente despiadado,
que para escoger tu destino lanza un dado.

A un mortal con Pirítoo por nombre encarceló,
por el único pecado,
de a su mujer haber deseado.

De una historia de enamorados es el malo,
porque al músico un reto le propuso,
y superarlo no pudo. 

Una obsesión tuvo antaño,
por una bella ninfa, cerca de un lago,
que gracias a su esposa la menta creó.

En sus manos está tu destino,
en sus manos está tu posible castigo,
porque la suerte está echada con el poderoso.

Sí, has acertado.
Sí, hablo de Hades el malvado.
Sí, hablo del Dios del Inframundo.

Entre alas rotas & ángeles caídos.

La vida me saludó mientras caía,
se despidió con una reverencia,
mientras la muerte me sonreía,
y me abría los brazos como una vieja amiga.

También volaban a mi lado ángeles caídos,
con la única diferencia,
de que mientras ellos volaban,
yo caía perdida. 

¡Oh, criatura del Infierno!
¡Oh, espécimen del terror!
¿Cómo le cortas las alas
a tu mayor amor?

La sensualidad de la poesía.

Una sensualidad irrevocable, 
atrayente y dolorosa a la vez,
ataviada con palabras de amor,
hecha con verdades endiabladas.

Permíteme desenvolverte,
déjame acariciar tus curvas,
percibir tus escalofríos.
Permíteme hacerte mía. 

Con unas pocas palabras,
tendrás a la humanidad a tus pies,
adorando el arte de tus versos,
adorándote, sin duda alguna, a ti.

martes, 3 de septiembre de 2013

¿Sabías, amor mío..?

¿Sabías, amor mío, 
que por cada estrella que cuento,
un poco más te quiero?

¿Sabías, amor mío,

que cada puesta de sol,
el brillo de tus ojos todo desbanca?

¿Sabías, amor mío, 
razón de mi vida,
que para mí, siempre, es demasiado poco tiempo?

Oh, soledad. Oh, querida amiga.

Querida y vieja amiga,
estimada aliada,
aquella que me arropaba por las noches,
aquella que jamás me abandonaba.

Me acompañaba, pero ya no me acompañará,
fue fiel, a tu diferencia,
así que no la acuses de homicidio, 
porque fui yo quien decidió abandonarla.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Mi venganza endulzada con sangre.

Aquellas promesas,
que nunca sabré si eran falsas,
o no lo fueron en su momento;

aquellas promesas que me hicieron volar
por cielos desconocidos,
que me otorgaron el poder de soñar.

Esas promesas que, cuando pedazos las hiciste, 
fueron las causas de mi sangre,
cuando caí al perder las alas.

La sal de las lágrimas,
brotes de mis oscuros ojos,
incendiaron las heridas.

De esas heridas pronto manaría maldad,
igual que por cada poro de mi piel:
maldad que no dudaría en usar contra ti.

Descubrí el sentimiento de la venganza,
y lo saboreé mejor que el del amor,
y pronto te arrepentiste,
de no hacerme la reina de tu corazón.

domingo, 1 de septiembre de 2013

La clásica historia de la Muerte & el Amor.

Nadie nos hará olvidar esos momentos,
con esas caricias e incluso besos.
Nadie nos podrá arrebatar nuestro amor,
por el que luchamos con dolor.

El colorín colorado jamás nos alcanzó,
demasiado lejos estábamos
profanando las leyes del amor. 

Hasta que una oscura amiga nos vino a visitar,
todo era alegría real, 
no cubierta por un antifaz.

Finalmente, tú caíste en sus redes, 
y te fuiste con la oscura amiga,
cuyo nombre empieza por M,
y jamás terminará por Vida.

La niña de mis ojos.

La niña de mis ojos,
la reina de mi corazón,
aquella que compuso,
la letra de mi canción.

Aquella sonrisa,
que él te borró,
ahora seré yo,
quien la recomponga.

El número 7 nos pertenece,
el número mágico dicen que es,
tal vez por la suerte que tuvimos,
al vernos por primera vez.

Tu existencia habita en mi corazón,
tus lágrimas en mi alma.

Porque yo te quiero,
porque te necesito,
porque lo que más necesito,
es tenerte a mi lado.

Porque no soporto verte llorar,
porque por tu vida, me obligaría a matar.
Porque nadie te hará daño,
en lo que dure mi existencia.

La niña de mis ojos,
la reina de mi corazón,
aquella que compuso,
la letra de mi canción.

Porque yo te veo de una forma,
tú me ves de otra.
Yo amo a mi manera,
tú a la tuya.

El tren tarda mucho en llegar,
aún así, sabré esperar.
Porque el esperar para recibir amor
no me impacientará.

Porque aunque no te des cuenta,
yo te quiero a mi lado,
a pesar de ello,
me conformo con esto.
Porque esto no es poco,
porque esto es mi vida,
y mi vida, eres tú.

La niña de mis ojos,
aquella que compuso,
la letra de mi canción.

martes, 23 de julio de 2013

Te has ido.

Sentir esas tenazas que te aprisionan el cuello,
que te quitan el aire y el vuelo.
Patalear hasta el último aliento,
aún sabiendo que pierdes el tiempo.

Esas últimas palabras que nunca oirás,
porque quedaron ahogadas en mi propio compás,
de chillidos agonizantes por no poder más.

Mi orgullo se muere conmigo,
igual que tus promesas se fueron contigo.
Hoy me apetece que el tiempo se congele,
antes de que lo malo llegue,
que aún estoy resentida por tu huida,
y no me he dado cuenta de que se ha ido mi vida.