lunes, 2 de septiembre de 2013

Mi venganza endulzada con sangre.

Aquellas promesas,
que nunca sabré si eran falsas,
o no lo fueron en su momento;

aquellas promesas que me hicieron volar
por cielos desconocidos,
que me otorgaron el poder de soñar.

Esas promesas que, cuando pedazos las hiciste, 
fueron las causas de mi sangre,
cuando caí al perder las alas.

La sal de las lágrimas,
brotes de mis oscuros ojos,
incendiaron las heridas.

De esas heridas pronto manaría maldad,
igual que por cada poro de mi piel:
maldad que no dudaría en usar contra ti.

Descubrí el sentimiento de la venganza,
y lo saboreé mejor que el del amor,
y pronto te arrepentiste,
de no hacerme la reina de tu corazón.

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