sábado, 5 de octubre de 2013

El terrorífico 'sí, quiero'.

Los enormes portones de madera se abrieron. La luz del sol a espaldas de la novia hicieron que pareciera que la misma tuviera aura propia. Tras suspirar con nerviosismo, dio un paso hacia delante, rompiendo el silencio que inundaba la Iglesia. Ni si quiera se oía la respiración de los presentes. Continuó caminando a paso lento, como si se tratara de un ángel. Sus pies parecían flotar sobre el suelo de mármol. El bajo del vestido de seda blanca arrastraba considerablemente por el suelo, realizando así un suave sonido de deslizamiento. Ninguna infanta cogía el velo a sus espaldas. Ninguna niña echaba pétalos por detrás de ella. Alzó su dulce mirada, sonriente, para ver a su futuro marido. Miraba hacia un punto perdido en los invitados, con el rostro cubierto por su media melena. El camino hasta el altar pareció infinito. Cuando la joven tomó del brazo a su prometido, continuó sin verle el rostro, pero ella sabía que él estaba sonriendo.
Apenas escuchó al cura mientras hablaba y recitaba sus palabras. Sólo la sacó de sus pensamientos una voz ronca, extremadamente profunda y masculina.
Sí, quiero. - la voz resultó aterciopelada, pero incluso misteriosa. La futura esposa sabía cuándo debía responder, por lo que lo hizo automáticamente.
Sí, quiero. - repitió las mismas palabras que había pronunciado su ahora ya marido. Fue entonces cuando ambos se volvieron, para mirarse. A la vez, una sonrisa malévola floreció en el rostro de ambos. 
La Desgracia personificada acarició la mejilla de su esposo, fundiendo sus labios con los de Satán. 
Habían enlazado sus vidas, y ahora tendrían el mundo a sus pies.

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